La artrosis es un trastorno común
del sistema esquelético consistente en
el desgaste de los cartílagos articulares.
Se trata de una enfermedad degenerativa articular
que afecta tanto a jóvenes como a ancianos,
aunque su incidencia se incrementa con el avance
de la edad, por lo que se considera como un trastorno
frecuente en la Tercera edad.
Es una patología que suele afectar a la
totalidad de los cartílagos articulares
aunque generalmente afecta con mayor intensidad
a las articulaciones que soportan mayor peso.
Las articulaciones a las que afecta con mayor
frecuencia son las de las manos, las rodillas,
la cadera y la columna.
A pesar de que la artrosis es
la más común de las enfermedades
reumáticas, todavía no se conocen
con certeza sus causas, sino que se considera
que los factores que la originan son múltiples.
Entre los agentes desencadenantes se encuentran
factores mecánicos, traumáticos,
metabólicos, ambientales y hereditarios.
Además, la artrosis podría tratarse
de una afección secundaria a otras enfermedades
que causan el deterioro y la deformidad articular
o bien ser originada por repetidos traumas articulares.
Junto a ello, en ocasiones la destrucción
del cartílago se asocia a deficiencias
circulatorias o bien puede ser potenciada por
otras afecciones reumáticas, tales como
la artritis reumatoidea o la gota.
También puede ser consecuencia
del uso inadecuado del cuerpo en las actividades
diarias (como en el caso de las rizartrosis de
las lavanderas), o por alteraciones de los ejes
de presión o inestabilidad de las articulaciones
(como las artrosis de rodilla afectadas por genu
valgo o genu varo, rodillas hacia adentro o hacia
fuera), o, en el caso de la artrosis de los cuerpos
vertebrales, por la debilidad de los músculos
estabilizadores posturales. En estos casos la
artrosis puede ser incluso mono-articular, es
decir, de una sola articulación.
Esta patología está
considerada como la segunda afección incapacitante
después de las enfermedades cardiovasculares
y produce dolor, limitación funcional y
deformidades. Algunos de sus síntomas son:
Dolor de tipo mecánico (generalmente ocasionado
al levantar peso o en alguna sobre-exigencia de
la articulación afectada), deformación
articular pudiendo incluso provocar incapacidad,
limitación de la movilidad de carácter
progresivo, rigidez articular en las mañanas
e inactividad.
En cuanto a su tratamiento, en
la actualidad no existe ninguno específico
ni definitivamente curativo. No obstante, es posible
encontrar una amplia variedad de recursos para
poner freno a las deformaciones que podrían
provocar la incapacidad.
La clave para prevenir su aparición
y reducir sus efectos consiste en mantener la
movilidad y la estabilidad de las diferentes articulaciones
del cuerpo, lo cual se logra practicando regularmente
ejercicios de bajo o nulo impacto, integrales
y equilibrados. Son pocos los sistemas de ejercicio
que reúnen estas características,
siendo el Método Pilates el más
indicado entre todos ellos.
La técnica de ejercicios
de Pilates es muy recomendada en casos de artrosis
ya que con ella se realizan ejercicios para favorecer
el movimiento articular, irrigando y dando tono
a los ligamentos y drenando la articulación.
De este modo se logra mejorar la estructura
de sostén de la articulación, fortaleciendo
y flexibilizando todos los grupos musculares que
amortiguan la carga y así aliviar los dolores,
mejorar la movilidad de la articulación
afectada e, incluso, revertir el curso deformante
de la enfermedad.
Por ello, los ejercicios del Método Pilates,
mediante sus movimientos suaves realizados de
forma muy controlada, son una eficaz técnica
de rehabilitación para los afectados por
esta patología.
No obstante es fundamental que
su práctica se realice bajo la supervisión
de profesionales cualificados ya que la artrosis
es una condición que aumenta el riesgo
de ocurrencia de lesiones durante la práctica
de ejercicio físico.
Además, es necesario que el instructor
adecue los ejercicios en función de las
limitaciones que por el avance de la patología
tenga cada persona para así evitar las
sobrecargas que puedan aumentar el dolor y que
evite siempre aquellos movimientos que puedan
agudizar los síntomas.
Practicando el Método de este modo, generalmente
es suficiente realizar dos o tres sesiones a la
semana para recuperar gradualmente la movilidad
y flexibilidad de las articulaciones mientras
se logra un simultáneo y progresivo alivio
del dolor asociado a la patología.
Entre todos los ejercicios del
Método aplicables a la artrosis, el
siguiente ejercicio es especialmente indicado
para prevenir o frenar la aparición de
artrosis en las articulaciones de las rodillas
y caderas, además de servir para fortalecer
y tonificar el abdomen y los músculos abductores
y aductores:
Para realizar el ejercicio situate
tumbado hacia arriba (posición supina)
con la espalda apoyada sobre la colchoneta y la
columna neutral manteniendo sus curvaturas naturales.
Separa tus piernas a una distancia aproximadamente
igual que la anchura de las caderas y flexiona
tus rodillas apoyando los pies paralelos en la
colchoneta. A continuación extiende tus
brazos y colócalos sobre la colchoneta
a los lados del cuerpo con las palmas de las manos
hacia el suelo.
Una vez estés cómodo
en esta posición, realiza un par de respiraciones
de Pilates soltando el peso de tu cuerpo hacia
la colchoneta al exhalar. Una vez estés
relajado, despega el pie derecho de la colchoneta
manteniendo la rodilla flexionada hasta colocar
la pierna en ángulo recto de tal modo que
la parte inferior quede paralela al suelo. A continuación
despega el pie izquierdo colocando tu pierna izquierda
junto a la pierna derecha en ángulo recto
y situa cada mano sobre su rodilla correspondiente.
Mantén en todo momento los pies extendidos
y la zona lumbar apoyada sobre la colchoneta.
Al inspirar comienza a dibujar
círculos con tus rodillas hacia fuera abriendo
las rodillas hacia el exterior con la ayuda de
tus manos manteniendo los pies juntos y estirados
y la zona lumbar en contacto con la colchoneta.
Sigue inspirando y aleja las rodillas de tu cuerpo
elevando ligeramente los pies con respecto a la
horizontal con el suelo (asegúrate de que
los mantienes siempre juntos y en punta). De este
modo podrás dibujar un gran círculo
con tus rodillas y así movilizar tus caderas.
Al exhalar cierra el círculo juntando tus
rodillas y aproximándolas ligeramente hacia
el pecho mientras "hundes" tu ombligo
en la colchoneta.
Realiza 3-5 repeticiones de este
ejercicio y a continuación otras 3-5 repeticiones
invirtiendo el sentido de los círculos.
(Autora:
Ana Santos, Profesora titulada en el Método
Pilates)
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