Los ejercicios del Método
Pilates están orientados a incrementar
la fuerza del núcleo de energía
del cuerpo mediante el trabajo abdominal de tal
modo que el resto del cuerpo, en especial la zona
cervical, se mantenga sin tensión. Por
ello es fundamental mantener una buena colocación
del cuello y cabeza durante la realización
de los ejercicios.
Con tal fin, la posición ideal del cuello
es aquella que permita a las cervicales mantener
su curva natural (ligeramente convexa hacia delante)
y continuar la línea creada por la columna
torácica durante todos los movimientos
(extensión, flexión, flexión
lateral o rotación).
Para ello, la cabeza debe mantenerse
bien centrada sobre la línea de los hombros
y levemente inclinada hacia el esternón
como si se sostuviera una pelota de tenis entre
el cuello y la barbilla. Para lograr esta posición
es muy importante no aproximar demasiado la barbilla
hacia el esternón ya que puede resultar
muy incómodo y crear tensión muscular.
A su vez, tampoco es conveniente dejar caer la
cabeza hacia atrás manteniendo el mentón
hacia arriba ya que esto impide una correcta alineación
de la zona cervical y crea tensión en los
músculos de la nuca y parte anterior del
cuello.
Por el contrario, en el Método Pilates
la posición ideal de la cabeza y el cuello
es aquella que permita a la cabeza encontrarse
en equilibro sobre los hombros y que pueda ser
mantenida con el mínimo esfuerzo muscular.
Para evitar cualquier tensión innecesaria
en la zona alta del cuerpo durante la realización
de los ejercicios de Pilates, la colocación
adecuada de la cabeza y cervicales deberá
ser mantenida durante la sesión de Pilates,
ya sea estando en posición sentada, supina
(tumbado boca arriba), prona (tumbado boca abajo)
o de pie. Además la correcta colocación
de la cabeza y cuello es primordial en todos los
ejercicios en que los que el cuerpo permanece
tumbado con la espalda apoyada en el suelo manteniendo
las extremidades del cuerpo y la cabeza separadas
de la colchoneta (por ejemplo, en el Cien con
piernas elevadas).
Estando en posición supina y, en el caso
de que existan problemas en la columna, como cifosis
(flexión excesiva en la columna dorsal)
o una postura de cabeza adelantada (hiperextensión
de la columna cervical), es recomendable el uso
de almohadas o cojines a fin facilitar la colocación
correcta de la cabeza y así evitar tensiones
en la zona cervical.
Además, en los ejercicios en que, estando
en posición supina, se flexione la parte
superior del tronco, es necesario concentrarse
en realizar una flexión torácica
(flexionar desde las costillas) en lugar de
flexionar y forzar la zona cervical. Para flexionar
adecuadamente el torso, se debe lograr primero
una flexión cervical natural y la estabilización
correcta de la zona escapular.
En primer lugar, la flexión cervical debe
surgir de modo natural al alejar la parte posterior
del cuello de los hombros y al flexionar la base
del cráneo sobre las dos primeras vértebras
del cuello manteniendo la distancia correcta entre
cuello y barbilla (como si sostuviéramos
una pelota de tenis entre ambos).
Una vez conseguida la flexión cervical
adecuada y la estabilización escapular,
se podrá proceder a contraer la musculatura
abdominal y a deslizar la caja torácica
hacia la pelvis para elevar la parte superior
del torso y así conseguir una correcta
y segura flexión del torso.
Estos ejercicios de flexión del torso,
en el caso de que existan problemas cervicales
o acortamiento de los músculos del cuello
que impidan lograr una correcta flexión
cervical, es preferible realizarlos permaneciendo
con la cabeza apoyada sobre el suelo hasta que
se consiga elongar la musculatura el cuello.
A continuación te presento algunos sencillos
ejercicios que te ayudarán a conseguir
una buena colocación de tu cabeza y zona
cervical:
Para realizar estos ejercicios colócate
en posición supina (tumbado hacia arriba)
con tu espalda descansando sobre la colchoneta
manteniendo tu columna y la pelvis neutral. Flexiona
tus rodillas y apoya tus pies sobre la colchoneta
de tal modo que los puedas mantener paralelos
y separados a igual anchura que tus caderas. Extiende
los brazos a largo de tu cuerpo y deja que descansen
sobre la colchoneta con palmas de las manos hacia
abajo.
1. Flexión cervical:
Este ejercicio te ayudará a fortalecer
y preparar tu zona cervical para evitar tensiones
innecesarias en estos músculos cuando realices
flexiones del tronco.
Para realizarlo sin hiperflexionar tus cervicales,
asegúrate que mantienes tu barbilla entrada
hacia tu esternón pero sin pegarla a tu
pecho, sino dejando una separación entre
ésta y el cuello que te permita colocar
un puño en dicho espacio (o como si sostuvieras
una pelota de tenis entre ambos). Una vez hayas
conseguido colocar tu barbilla adecuadamente,
inhala y, mientras lo haces, alarga tu cuello
separando la cabeza de la colchoneta sin tensar
tu cuello. Para ello deberás alejar la
parte posterior del cuello de los hombros y flexionar
la base del cráneo sobre las dos primeras
vértebras cervicales manteniendo tu espacio
barbilla-cuello. Exhalando devuelve tu cabeza
a la posición neutral.
Este ejercicio es la clave para que puedas flexionar
tu torso sin dañar tu cuello, por ello
es imprescindible realizarlo como primera fase
de cualquier movimiento de flexión de torso
hacia delante cuando separes tu espalda de la
colchoneta.
2. Abdominales modificadas:
Manteniéndote en la posición inicial
(posición supina con rodillas flexionadas
y pies apoyados en el suelo), apoya tu nuca sobre
tus manos e inhalando alarga tu cuello aproximando
el mentón hacia tu esternón (dejando
el espacio de un puño entre cuello y barbilla).
Al exhalar mantén firmes y fuertes las
vértebras cervicales y contrayendo tu musculatura
abdominal flexiona tu torso hacia delante deslizando
tus escápulas hacia abajo para mantener
estabilizada tu caja torácica y zona escapular.
Durante este movimiento asegúrate que tu
abdomen no se "hincha" sino, al contrario,
haz trabajar tu abdominal transverso visualizando
que "pegas tu ombligo a la colchoneta".
También permite durante este movimiento
que el peso de la cabeza descanse sobre tus manos
para poder mantener tu cuello largo.
Manteniendo la flexión del torso (parte
alta de la espalda separada de la colchoneta),
inhala expandiendo tu caja torácica (como
si abriésemos las costillas hacia los lados)
pero asegurándote que tu abdomen sigue
contraído. Al exhalar devuelve el torso
al suelo dejando caer el peso de tu cabeza sobre
tus manos para poder conservar el alargamiento
del cuello.
(Autora:
Ana Santos, Profesora titulada en el Método
Pilates - ©2006)
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